LA FLOR DEL ALTO PERÚ JUANA AZURDUY: ENTRE EL PERFUME Y LA ESPADA.
Homenaje por parte de la Comision de Comunidades, Educacion y Cultura.
Seguramente una de las mujeres que mejor expresó las luchas revolucionarias por la independencia fue Juana Azurduy, mujer comprometida con la Revolución y la guerra contra los realistas en la región del Alto Perú. Ella representó la lucha de la población indígena y mestiza alto-peruana agobiada por siglos de explotación colonial, se involucró en la causa independentista y tomó las armas contra los realistas en una sociedad que vedaba el acceso de las mujeres a la vida política.
Juana, nació un 12 de julio de 1780 en Toroca, una población ubicada en el norte de Potosí perteneciente al Virreinato del Río de la Plata (actualmente Bolivia). Hija de Eulalia Bermúdez, una “chola” o mestiza proveniente de Chuquisaca, y de Matías Azurduy, un hacendado de raza blanca de buena posición económica y tierras en la región, estudió letras y catecismo algo no muy convencional en la época a la par que aprendía el oficio de las tareas de campo acompañando a su padre. De esta forma entró en contacto con los pobladores originarios de su tierra, incorporando así el idioma quichua y aymara.
Con tan solo 7 años quedó huérfana y debió completar su crianza entre sus tíos y el convento de las Teresas de Chuquisaca, pero ímpetu rebelde de nuestra Juana hizo que la expulsaran y con 17 años se hizo cargo de la hacienda de sus padres, en 1805, se casó con Miguel Asencio Padilla, un estudiante de derecho que era hijo de unos vecinos y amigo de la familia. Tuvieron cinco hijos: Manuel, Mariano, Juliana, Mercedes y Luisa.
En 1809, luego de que estallara la revolución independentista de Chuquisaca, un 25 de mayo, tanto Juana como su esposo que abrazaban la causa de la emancipación, se unieron a los ejércitos populares y ayudaron a destituir al gobernador y a formar una junta de gobierno que duraría hasta 1810.
La mujer boliviana fue una de las más feroces luchadoras por la independencia de la región y acumuló varios triunfos en las batallas en contra de las tropas españolas. Un 3 de marzo, se selló una de sus hazañas más importantes, se convirtió en un día clave para el orgullo de la mujer indígena latinoamericana, aunque para muchas la hazaña de Juana Azurduy aún sea desconocida. Fue justamente en 1816, al frente de 200 mujeres indias a caballo, logró derrotar a las tropas españolas que asediaban Bolivia, liberando además a su esposo, el general Manuel Ascencio Padilla, que se encontraba prisionero desde 1814.
Participó activamente en lucha del país vecino, liberando al norte de Argentina del control español; en agradecimiento el libertador argentino Manuel Belgrano le regaló su propio espada, agradecido por la estratégica laboral desempeñada por Azurduy como la primera mujer en integrar el Ejército Argentino. En 1816,
Ese mismo año, ya embarazada de su quinto hijo, Juana sufrió una herida en la batalla de la Laguna, y al intentar rescatarla, Miguel Asencio Padilla murió en combate. Su cuerpo fue colgado por los realistas. Luego de dar a luz, la soldada se unió a la guerrilla de Martín Miguel de Güemes. Pero eso no es todo: la indígena estuvo al frente de un ejército conformado por indias, mestizas y criollas, denominadas “Las amazonas”, un conjunto de mujeres dispuestas a todo por la liberación del pueblo. Del mismo modo, ayudó a crear una milicia de más de diez mil indios, comandando varios de sus escuadrones y librando más de 30 combates.
Tras la muerte del caudillo, permaneció en Salta y desde allí escribió en 1825 esta conmovedora y tremendamente digna carta a las autoridades de la provincia:
coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. E. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte….
... Después del fatal contraste en que perdí a mi marido y quedé sin los elementos necesarios para proseguir la guerra, renuncié a los indultos y a las generosas invitaciones.
Abandoné mi domicilio y me expuse a buscar mi sepulcro en país desconocido, sólo por no ser testigo de la humillación de mi patria, ya que mis esfuerzos no podían acudir a salvarla. En este estado he pasado más de ocho años, y los más de los días sin más alimento que la esperanza de restituirme a mi país […]
Años después, tras caer el último reducto realista del exvirreinato del Río de la Plata en el Alto Perú, el 1 de abril de 1825, Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que recibió durante cinco años. Luego de la proclamación de la independencia de Bolivia, la Coronela intentó recuperar sus tierras, sin lograrlo, y murió en la miseria el 25 de mayo de 1862, a los 82 años en la provincia argentina de Jujuy. Fue enterrada en una fosa común.
Cien años más tarde, sus restos fueron exhumados y trasladados a un mausoleo construido en la ciudad de Sucre, Bolivia.
La presidenta Cristina Fernández ascendió a la heroína de la independencia al grado de Generala, un 15 de julio de 2009; revalidando que fue la primera mujer en ingresar al Ejército Argentino en la lucha contra los españoles. Así mismo el Senado boliviano aprobó el ascenso póstumo en el grado de Mariscal de la República a Doña Juana Azurduy de Padilla declarándola “Libertadora de Bolivia”, el 23 de noviembre de 2009.
El 26 de marzo de 2010 la presidenta Cristina Fernández en una solemne ceremonia en la Casa de la Libertad, en Sucre dono a su par boliviano, Evo Morales, el sable de la heroína de la independencia, que se encontraba en el Museo del Círculo Militar de Buenos Aires.
Finalmente, el 15 de julio de 2015 fue inaugurado el monumento en Honor a Juana Azurduy, por ambos presidentes, emplazado frente al Centro Cultural Kirchner, en la ciudad de Buenos Aires. Es la escultura de bronce más grande del país.
En homenaje a una de las más grandes heroínas latinoamericanas de la historia, quien mostró toda su valentía y coraje en defensa de la libertad de los pueblos.